Por Alejandro Duchini - Para LA GACETA - Buenos Aires
En Periodistas en el barro (Sudamericana), Edi Zunino cuenta cómo se manejaron los periodistas más conocidos del país en estos tiempos. Todo en el marco de una –para algunos supuesta- división entre K y Anti K. En sus más de 400 páginas describe la infancia de Daniel Hadad y llega hasta su apogeo y descenso. También da cuenta de los orígenes de Jorge Rial en Munro –provincia de Buenos Aires- hasta llegar a ser uno de los más influyentes hombres de los medios de comunicación. Su pelea con Víctor Hugo Morales conforma uno de los momentos más atrapantes del trabajo. También desfilan Horacio Verbitsky, Diego Gvirtz, Luis Majul, la ex dupla Bonelli-Sylvestre y los denominados blogueros K. Queda para el final el capítulo dedicado a Jorge Lanata, quien es, entre todos los periodistas abordados, el que más divide las aguas.
-¿Por qué se produce la división entre periodistas?
-Peleas entre periodistas hubo siempre. Así como sospechas, zancadillas. Traté de, por lo menos, esbozar y encontrar alguna respuesta acerca de si la división que hay es ideológica o si la ideología fue la excusa para tantas cosas en los últimos años en la Argentina.
-¿Alguna conclusión?
- Las diferencias son más exageradas que en otros tiempos. Se tomaron las vehemencias de los discursos políticos de otras épocas. Los 70 fueron Patria o Muerte, Todo o Nada, Verdad o Mentira, con la vida en juego. Esa no es la realidad actual. Se parece el discurso, pero la realidad es otra. Eso es parte de esta nube de humo en que nos embaucamos en estos años.
El puntapié
-Leyendo Periodistas en el barro, queda la sensación de que uno de los momentos clave de la división es el de la presentación del libro de Majul, cuando intervino Víctor Hugo Morales.
-Ese hecho tuvo un valor fundacional, si se quiere. Démosle el marco: es un debate en el Congreso con periodistas de primera línea para hablar de periodismo de investigación, libertad de expresión y presentar un libro de Luis. Y termina en un tole tole fenomenal, justo en los mismos días en que después de criticar con furia al Kirchnerismo, tras un supuesto llamado de Néstor Kirchner en medio del programa, Víctor Hugo Morales entra a esa conversación con una posición sobre aquella compra de dólares por parte del ex presidente cuando había run run de movida cambiaria y sale de esa charla arrepintiéndose de todo. Y se convierte en uno de los referentes bienpensantes del Kirchnerismo. Víctor Hugo hace pelota el trabajo de Majul dos días después de haberlo elogiado por radio. Fue una bisagra en los términos en que se presentó públicamente esta cuestión. Pero hay otras discusiones: periodistas independientes versus militantes, Lanata-Verbitsky, el salto de Víctor Hugo al Kirchnerismo y el de Lanata a Clarín.
-Uno de los momentos más tensos que cuenta usted es cuando se sentó a conversar con Víctor Hugo, luego de que él fuera tapa de Noticias.
-En el libro se relata la tensión de la vivencia personal. A esa reunión fui a recomponer. Porque la intención de la tapa, El relator del relato, no era romper. Y él lo tomó como una afrenta imperdonable. Rechazó responder 15 preguntas que le mandamos. Fui a escuchar lo que tenía para decir y no quiso decir cuando se le preguntó por escrito. No nos agarramos a las piñas porque no quise. Fue con su hermano, que es tan grandote como él y con quien tiene historias de agarrarse a las piñas juntos, espalda con espalda. No era un reportaje, porque Víctor Hugo se negaba. Hizo irse al fotógrafo, tal vez para que no quedara registrado lo que pudiese pasar. Con la revista Noticias sobre la mesa del bar, subrayada, la tiró hacia atrás, en un gesto que en cualquier circunstancia termina en que se acabó la conversación y pasamos a otra cosa. “El reportaje lo manejo yo”, dijo. Y está grabado. Pero no era un reportaje. En mi nota había errores estúpidos. Como que él no fumaba habanos hacía un año y yo decía que sí. Dije que viajaba en primera clase y me trajo un montón de tickets en los que demostraba que no. Si viaja en primera es porque puede pagarse el boleto. Si algo no le falta es plata. Él se tomó de esas cosas para elaborar un supuesto “manual de la mentira de Zunino” que pasaron por 678 hasta el cansancio.
-¿Qué concluye de eso?
-Me sirvió para ver cómo funciona la propaladora oficial. Qué papel juega Víctor Hugo a la mañana y cuál 678 al cierre del día con un discurso que luego se reproduce en los programas de (Diego) Gvirtz. No buscaban informar sino destrozarme a mí. El Gobierno pretende hacer lo mismo que cuestiona: tomar el poder de los medios de comunicación.
-Justamente de Gvirtz usted destaca una frase: “A la televisión no se le puede pedir moral”.
- Significa eso: la concepción de una manera de ejercer el negocio televisivo. Nos acusan de hacer un negocio. Y la verdad es que sí, el periodismo es un negocio. Está estructurado así. El tema es hacerlo desde una honestidad, una ética. Con límites. Acá los que más han cuestionado los negocios de los medios son los que hicieron el mejor negocio. Las cuentas de Gvirtz fueron hechas públicas por orden de un juzgado y no por decisión propia. Tiene contratos con la TV Pública desde 2008 o 2009. Preguntá en cualquier producción de cualquier programa similar cuánto sale hacer un producto así, sin el beneficio de un canal y sin el beneficio de que lo que te llevás te sirve para producir un programa en otro canal. Porque TVR es igual a Duro de domar. Diego Gvirtz fue coherente: no se le puede pedir moral, sino dinero. E hizo dinero cuestionando el dinero y con el bolsillo de los contribuyentes. El Gobierno construyó una lógica bajo el lema de que es siempre la víctima y que es atacado por monstruos de los que no puede defenderse. Y tiene los grandes canales privados de la Capital Federal menos el 13.
Lanata y Rial
-¿Cuántos enojos de colegas le valió el libro?
- En un caso me llamaron para cuestionarme que no lo haya consultado, en otro mi mala interpretación de los acontecimientos. Lanata mandó alguna puteada. Sí, tuve reproches.
-¿No se habla con Lanata ahora?
-La relación con él nunca es fácil. Hay una frase muy difundida en el gremio que se reduce a Lanata es Lanata. Muchos lo toman como un justificativo de cualquier cosa que pueda venir de su lado, para bien o para mal. Es un tipo de gran talento, de personalidad fuerte, avasalladora, encantador en cuanto al ejercicio de su personaje. Pero es muy pagado de sí mismo, muy egocéntrico, a veces queda al borde de actitudes intolerantes. Le tengo mucha admiración. Es un personaje muy fuerte de la política argentina. Lo veo como alguien con matices. A Jorge le gusta editar. Y si lo editás sin pedirle permiso se enoja. Ya se desenojará y sabrá quién lo quiere bien y quién no.
-¿Jorge Rial le contestó el mensaje de texto al que alude en el libro?
-Rial es un personaje al que describo con bastante detalle. Su crianza familiar y esa educación en la que el sopapo y el manguerazo jugaban un papel importante. Jorge es un tipo, creo, con un gran complejo de inferioridad. Se cree permanentemente observado por quienes hacemos otro periodismo, pongámosle, “serio”. Siente que lo despreciamos. Y se expone poco a la entrevista. Él se edita solo. Es el único caso en el mundo de un editor que hizo una fotonovela en capítulos de su vida privada en su propia revista. Se siente interpelado en las entrevistas, despreciado. Traté de que no sintiera eso en el libro. Su papel en el último año fue muy importante: su acercamiento con el Gobierno y el alejamiento de Lanata. Trabajaron juntos: Lanata le dio trabajo. En el caso de ellos se ven todas las facetas que estuvieron en juego de los periodistas, de los medios y del Gobierno en esta película.
(c) LA GACETA
Perfil
Edi Zunino es jefe de redacción Noticias. Hizo varias investigaciones periodísticas; entre ellas, una vinculada al crimen del fotógrafo José Luis Cabezas. Su primer libro, publicado en 2009, fue Patria o medios. La loca guerra de los Kirchner por el control de la realidad.